jueves, 30 de septiembre de 2010

PARTES DEL DISCURSO

“Todo discurso bien preparado está ya pronunciado en sus nueve décimas partes” (Dale Carnegie)

Si se quiere hablar bien hay que pagar el precio debido. Hay que trabajar, pensar y practicar.
Nadie ha encontrado nunca un sustituto satisfactorio para la inteligencia, ni para la preparación.

“Si tengo que dirigir un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces me lleva dos horas...”. Así se expresaba nada menos que Winston Churchill.

Además del qué se dirá, es enorme la importancia del cómo habrá de decirse. Y aquí interviene lo más importante que puede esgrimirse en un diálogo o un discurso: el arte de interesar. En la preparación de una clase o discurso hay que dar mucho más tiempo a buscar medios de suscitar el interés que el que se dio al estudio del tema.
La buena preparación también aumenta la claridad de nuestro pensamiento y de nuestra expresión. Recordemos el viejo aforismo que dice: “Si la fuente nace turbia, no irán claros los arroyos”.

Por lo tanto las partes del discurso son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio)

EXORDIO
Busca hacer al auditorio benévolo, atento y dócil.  Su función es señalizar que el discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u objetivo.  Es necesario afectar modestia para capturar la simpatía del público y explotar su tendencia a identificarse con quien está en apuros o es débil.

EXPOSICIÓN O NARRACIÓN:
La narratio, desarrollo o exposición es la parte más extensa del discurso y cuenta los hechos necesarios para demostrar la conclusión que se persigue.  Si el tema presenta subdivisiones, es preciso adoptar un orden conveniente (partitio o divisio).  En la partitio tenemos que despojar al asunto de los elementos que no nos conviene mencionar y desarrollar y amplificar aquellos que sí nos convienen.  Los recursos estilísticos que se suelen usar en la partitio son taxis, merismo, diéresis, diálisis, eutrepismo, prosapódosis, hipozeuxis y distributio.

Esta sección enseña al público los puntos fuertes que vamos a defender.  Se persigue la brevedad (no aburrir al auditorio, no traspasar el umbral de atención del público y evitar la desproporción entre discurso y tema), la claridad (es imposible convencer al público si no se ha enterado de lo que se trata, aunque literariamente la oscuridad y ambigüedad puede ser un mérito) y la verosimilitud (ya dijo Aristóteles que es preferible lo falso verosímil a lo verdadero inverosímil).  No hay que hacer increíbles unos hechos ciertos y el abogado que haga creíbles unos hechos falsos logrará que el jurado vote por su cliente.  En este punto la ética no tiene nada que ver con la retórica. En el mundo literario, el principio de verosimilitud es importantísimo, ya en estética realista o fantástica. En la exposición se incluye una serie de circunstancias: quién (quis), qué (quid), cuándo (quando), cómo (quemadmodum), dónde (ubi), por qué (cur), con qué medios (quibus auxiliis). Hay que interrumpir la exposición con breves digresiones que impidan la monotonía aliviando la tensión del auditorio y actuando sobre él de forma complementaria.

ARGUMENTACIÓN:
Es la parte donde se aducen las pruebas que confirman la propia posición revelada en la tesis de la exposición (confirmatio o probatio) y se refutan las de la tesis que sostiene la parte contraria (refutatio o reprehensio), dos partes que Quintiliano considera independientes, de forma que para él el discurso forense tendría cinco.  La confirmación exige el empleo de argumentos lógicos y de las figuras estilísticas del énfasis; los de la refutación serían por el contrario metástasis, contrarium, contradicciones, el progymnasma de la refutación.  También es un lugar apropiado para el postulado o enunciado sin prueba, siempre que no debilite nuestra credibilidad, para lo cual hay que recurrir al postulado no veraz pero plausible (hipótesis), a fin de debilitar al adversario desorientando su credibilidad; lo mejor en ese caso es sugerirlo y no decirlo. Se recurre a una lógica retórica o dialéctica que no tiene gran cosa que ver con la lógica científica, pues su cometido no es hallar la verdad sino con-vencer. Se funda más en lo verosímil que en lo verdadero, de ahí su vinculación con la demagogia. Para los discursos monográficos enfocados a la persuasión, convienen las estructuras gradativas ascendentes. En el caso del discurso periodístico, la tendencia a abandonar al principio del lector recomienda el uso de la estructura opuesta: colocar lo más importante al principio. La retórica clásica recomienda para los discursos argumentativos monográficos el orden nestoriano, el 2,1,3: esto es, en primer lugar los argumentos medianamente fuertes, en segundo lugar los más flacos y débiles y en último lugar los más fuertes.

PERORACIÓN:
Es la parte destinada a inclinar la voluntad del oyente suscitando sus afectos, recurriendo a móviles éticos o pragmáticos y provocando su compasión (conquestio o conmiseratio) y su indignación (indignatio) para atraer la piedad del público y lograr su participación emotiva, mediante recursos estilísticos patéticos (accumulatio, anacefalaeosis, complexio, epanodos, epifonema, simperasma, sinatroísmo); incluye lugares de casos de fortuna: enfermedad, mala suerte, desgracias… Resume y sintetiza lo que fue desarrollado para facilitar el recuerdo de los puntos fuertes y lanzar la apelación a los afectos; es un buen lugar para lanzar un elemento nuevo, inesperado e interesante, el argumento-puñetazo que refuerce todos los demás creando en el que escucha una impresión final positiva y favorable

EL VALOR DEL SILENCIO

Todos nosotros emitimos una aureola, aura o halo, impregnado con la verdadera esencia nuestra; las personas sensibles lo conocen; también lo producen nuestros perros y otros animales domésticos. Algunos de nosotros somos magnéticos, otros no.  Algunos de nosotros somos ardorosos, activos, atractivos, inspiramos amor y amistad, mientras otros son fríos, razonadores, intelectuales, pero no magnéticos. Que un hombre sabio de este último tipo se dirija al público y éste no tardará en cansarse de su discurso intelectual, y manifestará síntomas de sueño. Les hablará, pero no los interesará; los hará pensar, pero no sentir, y pensar es lo más fastidioso para la mayoría de las personas, y pocos son los oradores que triunfan haciendo pensar únicamente a las personas, pues lo que necesitan es que los hagan sentir.
La gente paga con liberalidad a los que les hacen sentir o reír, mientras que es avara con quien, aunque sea para instruirla, la hace pensar.

Poned frente a un sabio del tipo mencionado a un hombre de mediana cultura, pero amable, dulce y meloso, sin la décima parte de la lógica y erudición del otro; sin embargo éste se adueñará con facilidad de su auditorio y todos esperarán con avidez a que broten las palabras de sus labios. Las razones son claras y palpables. Es el corazón contra la cabeza; el alma contra la lógica; y el alma es lo que siempre prevalecerá.  

Expréses siempre en forma positiva
El Dr. Herbert Clark, psicólogo de la Universidad John Hopkins, hizo el sorprendente descubrimiento de que a una persona común le lleva un 48 por ciento más de tiempo comprender una frase en forma negativa que en forma positiva. Por lo tanto, se confirma científicamente algo que se sabía en forma empírica: la más eficaz comunicación consiste en hacer afirmaciones positivas.

Visto esto, comenzar una exposición siempre con frases positivas. Y si es necesario dar un mensaje negativo a una persona, para amortiguar su impacto rodearlo con frases positivas.  

El valor del silencio

Un escritor chino, Kung Tingan, dijo: "El sabio no habla, los talentosos hablan, y los estúpidos discuten".
“Nadie predica mejor sermón que la hormiga, que nada dice” (Benjamin Franklin)

EJEMPLO DE DISCURSO

Palabras del mejor egresado


Estimado Sr. Director y Sra. Directora, personal docente, padres y alumnos presentes.
En este día tan esperado por todos nosotros me pregunto ¿qué significa haber concluido exitosamente el colegio?


Yo creo que más que una inmensa alegría para todos nosotros, nuestros padres y maestros es un compromiso con nuestro país que tanto queremos, porque aquí no se acaba el esfuerzo y el trabajo, al contrario, este es el comienzo de una ardua lucha para sacar al país del momento critico que atraviesa, ya que el único camino que lleva al progreso es el, del esfuerzo y la dedicación.


Esto no hubiera sido posible sin el continuo apoyo, y la guía de nuestros padres y profesores, por eso a ellos les damos nuestro mas sincero agradecimiento.


Ahora nosotros como palomas blancas que abandonan su nido, también dejamos nuestro querido colegio y con él muchos recuerdos y experiencias tanto buenas como malas.  Al dar este pequeño paso hacia el futuro estamos comenzando la mejor y mas difícil escuela: LA VIDA.  Empecemos pues con firmeza y decisiòn de alcanzar nuestros anhelos.  No les digo "Mucha suerte" sino "ÉXITO PARA LOS MEJORES"


Muchas Gracias
A través de la historia, la práctica de la oratoria ha sido muy importante para cambiar los destinos de la humanidad; es imprescindible saber que la habilidad para hablar en público es fundamental para alcanzar el éxito en la vida profesional y social.